“No hay preguntas estúpidas“, es una de las enseñanzas que puede interpretarse de “El traje nuevo del emperador”, de Hans Christian Andersen.
La teoría y la práctica deben ir de la mano. En las clases de la práctica tenemos la tarea de ejercitar y aplicar los conceptos y herramientas que se aprenden en las clases teóricas. Ya vieron que son muchos ejercicios y muchas variantes, por eso, hay que dedicarle mucho tiempo. Además de los apuntes y los videos, continúen resolviendo los problemas individualmente. No es fácil ni poco, por eso, siempre aconsejamos que no pierdan el ritmo: traten de resolver todos los problemas de las guías y consulten a tiempo. Falta menos de un mes para la primera evaluación. (dato innecesario, quizás, para un sábado.)
Después del último posteo, y tratando de seguirle los pasos a la teoría, nos corresponde una mención inevitable: El vestido.
¿De qué color es el vestido? Algunx pensará que esta es una pregunta estúpida. Yo, mas bien, me siento un poco obvio tratando de introducir a el vestido. En resumen, la foto de arriba apareció hace 5 años en Tumblr. Luego circuló por todos lados porque gran parte del planeta se vio conmovidx por la ambigüedad en la percepción de los colores del vestido: algunxs ven azul y negro, otrxs ven blanco y dorado. Se trata de un ejemplo actual, viral, y paradigmático sobre la subjetividad y, también, sobre los factores cuantificables en relación a la interpretación que hacemos y a la percepción.
Las dos imágenes de Roger, en la primera foto del posteo, muestran cómo luce el vestido en una misma noche ante dos tipos distintos de iluminación. El vestido es el mismo, cambia la iluminación y/o la interpretación de nuestro cerebro. La foto del vestido, fue tomada por un teléfono celular, y quedó sobre expuesta: se iluminó el fondo de forma tal que el azul oscuro (original) del vestido quedó en un tono intermedio. Como consecuencia, “los valores objetivos” del color quedaron en gris azulado (en lugar de el azul) y marrón opaco (en lugar de el negro orignial). Esta es la clave de la ambigüedad. Antes de analizarla, veamos los cubos de abajo como otro ejemplo. El de la izquierda parece tener algunas tejas de color azul y otras de rojo, mientras que el de la derecha pareciera tener amarillos y rojos. Los azules y amarillos son, “en realidad”, grises.
Dicho esto, pongamos en juego a dos factores fundamentales: el contraste y el contexto. En cuanto al contraste de color, nuestro cerebro suele interpretar como negro a la parte mas oscura de la imagen, por lo que seguramente encontremos negro en la foto del vestido cuando haya fondos claros en nuestro marco visual, y probablemente veamos otros colores cuando haya un negro oscuro en nuestro marco (las diferencias también cambian entre diferentes personas). El contexto, por su parte, tiene un rol asombroso para el cerebro, o mejor dicho, en nuestro cerebro: El vestido puede cambiar de color según cómo lo pensamos. Puede ser una tela blanca iluminada por un exterior azul, o una tela azul en una luz cálida. Además, el cerebro realiza constantemente un balance con la información que recibe para adaptar el color, es decir, resta la luz del ambiente para intentar ver un mismo objeto siembre “del mismo color”… pero, ya vimos, podemos engañarlo:
“No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad” (otra moraleja de “El traje nuevo del emperador”).
Por último, volviendo propiamente a FT1, cabe mencionar que en la guía 7 (de relatividad especial y formulación covariante del electromagnetismo) vamos a ver el cambio en la frecuencia (y longitud de onda) de la luz, debido al movimiento relativo entre la fuente y el observador. Este efecto, que es descripto por la teoría especial de la relatividad, se conoce como efecto Doppler relativista, es absolutamente cuantificable y no da lugar a la subjetividad -al menos- dentro del modelo y el paradigma correspondiente.
¡Excelente!