El joven de la imagen no es otro que Nicolas Léonard Sadi Carnot (1796-1832), considerado por muchos el padre de la termodinámica. Hijo de Lazare Carnot, uno de los líderes de la Revolución Francesa, y tío de Marie François Sadi Carnot, que fue presidente de Francia en la Tercera República, Carnot estudió en la École Polytechnique teniendo como compañero a Coriolis y como profesores a Ampère, Gay-Lussac y Poisson, entre otros. Fue ingeniero del ejército francés, y en ese contexto se interesó por el rendimiento de las máquinas de vapor. El resultado de sus investigaciones es el libro “Réflexions sur la puissance motrice du feu”, publicado en 1824, en el que muestra que la eficiencia de un motor no puede ser mayor que una cierta función de las temperaturas de los reservorios entre los cuales opera. El libro no tuvo mucha repercusión en vida de Carnot, que murió en 1832 víctima de una epidemia de cólera. Pero en 1834 Clapeyron le dio popularidad, y en la década de 1850 Clausius y Kelvin formalizaron las ideas de Carnot en la segunda ley de la termodinámica. La primera ley, obra de Clausius y Rankine, también data de esos años. Y al cabo de muy poco, en 1877, Ludwig Boltzmann publicó su famosa relación entre la entropía y el número de microestados, que dio origen a la física estadística.