Kant y el tiempo. Segunda parte.

Kant y la relojería

Ya que nos estamos refiriendo a las nociones del cuerpo de Kant, vendría bien agregar otra particularidad: por miedo a impedir el flujo sanguíneo jamás llevaba ligas para sujetar las medias. Como le resultaba difícil sostener las medias sin ellas, inventó un elaborado artilugio que me gustaría describir. En pequeños bolsillos, situados a la altura de cada muslo y de menor tamaño que el de un reloj, llevaba unas cajitas, también como las de un reloj, pero más pequeñas, que contenían una rueda de relojería, a la que estaba fijada una cinta elástica, cuya tensión estaba regulaba por otro mecanismo. A los dos extremos de la cinta elástica había unos ganchos que pasaban por una pequeña abertura abierta en el bolsillo y, a continuación, al bajar por la cara interna y externa de los muslos, enganchaban las medias por medio de un bucle. Como era de esperar, un mecanismo tan complejo como el sistema solar ptolemaico tenía que quedar sometido a inconvenientes. Afortunadamente, eso, que de otro modo habría afectado la tranquilidad anímica de ese gran hombre, se podía reparar con facilidad.

(Los últimos días de Immanuel Kant, Thomas de Quincey, 1827).

Deportes extremos

Estrenamos la [Guía 3], recauchutada a nuevo. Todavía hace un ruidito, pero nos aseguran que es sólo la correa del ventilador.

Además, en nuestra sección de Mejores tapas del rock nacional traemos hoy el LP “Pассказы о максимумах и минимумах”, que aquí editaron, algo libremente, como “Stories about maxima and minima”. El mp3 se puede bajar en donde ya saben.