¡Bárbaro!

Quote

– Un maestro siempre parece un individuo rarísimo para sus alumnos. Tiene ciertas frases habituales que ellos llegan a advertir y que les provocan risa cada vez que las usa. Todos tienen frases habituales o giros del lenguaje, pero si no ocupan un puesto de autoridad —como un maestro, un capitán del ejército o un juez—, nadie las advierte mucho. Nadie las advertía en mi caso hasta que me convertí en emperador, pero luego, por supuesto, se hicieron enormemente famosas. Yo sólo tenía que decir en el tribunal: «Ni malicia ni favor alguno (volviéndome hacia mi secretario legal, después de resumir un caso)». «Está bien dicho, ¿no es cierto?», o «Una vez que he tomado una decisión, el asunto queda como asegurado con un clavo», o citar el antiguo dístico:

Lo que hizo el muy tuno,
eso se le hará. Y es justo.

O pronunciar el juramento familiar: «¡Diez mil furias y serpientes!», y una gran risotada surgía a mi alrededor, como si hubiese pronunciado el más absurdo solecismo imaginable, o el epigrama más exquisitamente ingenioso.

(en “Claudio, el dios, y su esposa Mesalina”, de Robert Graves)