Hoy recordamos

Desde la  Cátedra de Mecánica felicitamos la decisión del Decano de declarar asueto el día 21 de septiembre en recuerdo del equinoccio de primavera, que no sería posible sin la inclinación del eje terrestre, de cuyo asunto es responsable la Mecánica.

A propósito de eso, pero no tanto, [aquí] tienen un buen ejercicio para practicar órbitas perturbadas en el problema de Kepler. Es la famosa precesión de Mercurio. Incluye un breve repaso.

El Diccionario de la Real Academia Española define ‘cono: Bot. fruto de las coníferas’, lo que en verdad nos da muy poco pie a lo que queríamos hacer, que es aprovechar para postear los gráficos que no pudimos dibujar el lunes en el pizarrón por falta de talento. [Aquí] pueden bajar una desgrabación del video de esa clase y la explicación de las figuras. 

Santas carambolas

Se trata del problema 13 de la guía 3. Ya lo saben. Un sistema inercial con un potencial que rota con velocidad angular constante. El problema es demostrar que se conserva cierta combinación de la energía y del momento angular. Las aplicaciones, infinitas: desde el juego de billar en la cafetería giratoria del cerro Otto, hasta el juego de billar en un crucero que está siendo engullido en el Maëlstrom, y, no necesito decirlo, la fabricación de tornillos en el espacio para la construcción de mesas de billar. (Seguir leyendo: links, animaciones, audios, papers…)

Bañera giratoria

No tenemos miedo

En horas de la noche de ayer, una vez que se procedió a terminar el ciclo lectivo del jueves próximo pasado, se constató la presencia de un cuaderno sospechoso, masculino, de entre 1 y 3 meses de uso,  en posición decúbito supino sobre un/a/o (podemos llamarla) mesa o escritorio. Se procedió a notificar a las autoridades competentes del caso,las cuales en su función de las mismas procedieron a apersonarse in situ propiamente en el lugar susomentado y se procedió a hacer una evaluación preventiva de la misma, es decir, de la situación, comprobándose que ningún malviviente se declarare dueño o tutor del antes mentado artefacto sospechoso, es decir,  el cuaderno. Se procedió a evacuar una zona de 400 metros cuadrados de radio. Hecho lo cual se dio participación al escuadrón antiexplosivos, que procedió a proceder a una detonación controlada del dicho cuaderno, en el descampado detrás del Pabellón 3, sede Capital Federal. Cuya explosión fue consignada en actas como un éxito completo, conflagrándose el dicho cuaderno y quedando reducido a (podemos llamarlas) cenizas.

Borges y el tiempo: el efecto Battistessa

Miércoles, 6 de julio de 1966. Durante la cena,  Borges le cuenta a Bioy Casares acerca de la asamblea de esa tarde en la Academia Argentina de Letras:

«Leónidas de Vedia habló para recibir a Battistessa, y éste pronunció su primer discurso. El discurso de recepción duró más de media hora. Yo lo oía con asombro de que en ningún momento Leónidas sintiera la tentación de pensar. Cuando se sentó, se excusó de haber sido tan breve. Es un insensible. El otro animal habló más de dos horas. Empezó con el anuncio de que antes de llegar al tema, La Lira argentina, hablaría de cinco escritores. Uno iba contando… Aquello duró tanto que uno perdía la noción de la realidad, creía que siempre estaría ahí oyendo ese discurso. Yo me decía que esta noche comeríamos juntos y no lo creía… Era como decirse que un día uno sería un alma inmortal. Hubo varios falsos finales. Una vez repitió la interminable lista de vocativos del principio: “Señor ministro, señor…”. Yo pensé: “Es el fin”; no, aquello duró todavía más de diez minutos…»

Efecto Battistessa captado en video


¿Quién no ha sido Borges y quién no ha sido Battistessa?

Catenaria y solución de Goldschmidt

Una radio amiga de la ciudad de Córdoba ha producido un excelente video con el salto de la solución catenaria regular a la solución generalizada de Goldschmidt cuando estiran la película de jabón entre dos aros.

Además, un [paper] muy gráfico y a un nivel accesible con muchas de las cosas que hoy vimos en la clase de práctica sobre las superficies de revolución mínima, es decir, el ejercicio 1 de la Guía 3.

Kant y el tiempo. Segunda parte.

Kant y la relojería

Ya que nos estamos refiriendo a las nociones del cuerpo de Kant, vendría bien agregar otra particularidad: por miedo a impedir el flujo sanguíneo jamás llevaba ligas para sujetar las medias. Como le resultaba difícil sostener las medias sin ellas, inventó un elaborado artilugio que me gustaría describir. En pequeños bolsillos, situados a la altura de cada muslo y de menor tamaño que el de un reloj, llevaba unas cajitas, también como las de un reloj, pero más pequeñas, que contenían una rueda de relojería, a la que estaba fijada una cinta elástica, cuya tensión estaba regulaba por otro mecanismo. A los dos extremos de la cinta elástica había unos ganchos que pasaban por una pequeña abertura abierta en el bolsillo y, a continuación, al bajar por la cara interna y externa de los muslos, enganchaban las medias por medio de un bucle. Como era de esperar, un mecanismo tan complejo como el sistema solar ptolemaico tenía que quedar sometido a inconvenientes. Afortunadamente, eso, que de otro modo habría afectado la tranquilidad anímica de ese gran hombre, se podía reparar con facilidad.

(Los últimos días de Immanuel Kant, Thomas de Quincey, 1827).

Deportes extremos

Estrenamos la [Guía 3], recauchutada a nuevo. Todavía hace un ruidito, pero nos aseguran que es sólo la correa del ventilador.

Además, en nuestra sección de Mejores tapas del rock nacional traemos hoy el LP “Pассказы о максимумах и минимумах”, que aquí editaron, algo libremente, como “Stories about maxima and minima”. El mp3 se puede bajar en donde ya saben.

Kant y el tiempo

Puntualidad de los filósofos I

El profesor Kant es tan regular en sus costumbres que cada día esperamos su paso para poner en hora nuestros relojes. Cruza la calle siempre por esta esquina a las cuatro en punto de la tarde. El resto del universo, en cambio, es irregular, confuso, impredecible. A las cuatro en punto de la tarde a veces brilla un sol violento y a veces es de noche. Hay días en que recién acabamos de cenar y otros en que las cuatro de la tarde llegan inmediatamente después del desayuno. Los peores son esos días de infierno en que las cuatro en punto vuelven una y otra vez, casi a cada momento. Imagínese usted en qué horrible caos viviríamos si no nos informara el profesor Kant, con su paso regular y confiable, cuando están empezando a ser otra vez esas veleidosas cuatro de la tarde.

Puntualidad de los filósofos II

Todos ponen en hora sus relojes al paso preciso del profesor puntual. Así, cuando Kant se va de viaje, la gente del pueblo no logra ponerse de acuerdo, algunos relojes atrasan y otros adelantan, la maestra llega a la escuela cuando los niños ya se han ido, los novios no coinciden en la iglesia a la hora de la ceremonia de bodas (muchos matrimonios fracasan antes aún de haberse realizado) y se producen batallas callejeras para decidir en qué momento exacto debería escucharse el tañido de las campanas.
Para evitar esos viajes que ponen en peligro a toda la comunidad, alguien propone distraer al profesor para que llegue tarde a la estación, sin medir las consecuencias de semejante confusión de horarios, el riesgo de que el tren les atropelle el tiempo haciéndolo pedazos.

Puntualidad de los filósofos III

La puntualidad del profesor nos permite conocer a su paso la hora exacta. Cuando Kant no está en el pueblo, su ausencia produce en el tiempo un hueco peligroso que absorbe con la fuerza de un remolino o de un agujero negro: cómo vuela el tiempo, suspiran todos. Y hacia dónde, se preguntan algunos.

Puntualidad de los filósofos IV

El profesor Kant pasa por aquí todos los días exactamente a la misma hora. Usted escuchará este comentario en cada una de las calles del pueblo, con una curiosa coincidencia en las cifras. Se preguntará, entonces, cómo es posible que el profesor Kant pase por lugares tan alejados unos de otros, todos los días a la misma hora. Es que se trata de una hora faldera, domesticada, una hora que se ha encariñado de tal manera con el profesor que cuando Kant sale a dar su paseo, está dispuesta a abandonar la manada salvaje del tiempo para seguirlo por donde quiera que vaya.

Puntualidad de los filósofos V

Cuando el profesor Kant da su paseo habitual caminando hacia atrás, hasta la leche vuelve a entrar en las ubres de las vacas.

Puntualidad de los filósofos VI

Para castigar a un alma tan puntual como la del profesor Kant, el demonio lo condena a vagar por el Paraíso, donde el tiempo no existe, donde a nadie le importa que hora es, donde el concepto mismo de las horas ha sido abolido porque nadie desea nada.

Puntualidad de los filósofos VII

Kant merece ser premiado por su ética, por ese imperativo categórico que tantas veces el Señor trató de imponer a través de numerosas y fracasadas religiones. La puntualidad es el máximo placer en el que se regodea el alma del profesor. Podría serle útil en el infierno, donde los condenados cuentan cada minuto de castigo. Pero ¿cómo premiarlo en el Paraíso, donde la eternidad es tan intensa que no deja lugar a ninguna esperanza? Y el Señor, compadecido, crea para él un breve tiempo que lo rodea y lo sigue como una nube personal, oscura, protectora: Kant y su tiempo vagan inefables por las eternas praderas mientras los ángeles ajustan las clepsidras a su paso.

(Ana María Shua, Botánica del caos. Link en la imagen.)

El tano Lagrange

Desde el consulado de Italia en Argentina, más precisamente desde la Secretaría Consular para la Concordia de los Pueblos,  recibimos una violenta carta documento intimándonos a informar que Lagrange no nació en Buenos Aires, ni en Tacuarembó, ni en Toulouse, como quiere la leyenda. Por el contrario, Giuseppe Lodovico Lagrangia (Joseph-Louis Lagrange para la fama) nació en la ciudad de Turín, más conocida en el mundo como La capital automovilística de Italia, y de ahí el dicho popular “Lagrangia guida meglio ogni giorno”.

Aprovechamos este lugar para inaugurar nuestra sección Citas Citables:

When first exposed to Lagrangian mechanics many students experience a sense of euphoria which translates into an ability to forge ahead with the formulation of mechanics problems which,  just previously, had seemed frought with almost insurmountable difficulty… Once past the honeymoon of the first set of hand-picked problems chosen to advertise the method, the student realizes that Lagrangian mechanics also has its nonintuitive aspects, now perhaps made more so by being buried under one more level of formalism. [link]

Alumno luego de ser expuesto a una dosis de Lagrange (foto: archivo)